El lunes 28 de abril, un apagón a gran escala afectó a Portugal, España, Gibraltar y algunas zonas del sur de Francia. La interrupción repentina en el suministro eléctrico provocó trastornos en varias áreas urbanas.
Con la caída de la energía, personas quedaron atrapadas en ascensores, se interrumpió el funcionamiento de los aeropuertos y las líneas de metro se detuvieron por completo. Como consecuencia, las grandes ciudades enfrentaron embotellamientos, y muchas personas corrieron a los supermercados por temor a que la situación empeorara.
¿Qué causó el apagón?
Según la REN (Redes Energéticas Nacionales de Portugal), el problema se originó en una falla en la red eléctrica de España. En ese momento, Portugal estaba importando energía del país vecino. Esto provocó una oscilación de tensión que afectó los sistemas de control y paralizó automáticamente varias centrales eléctricas.
La oscilación de tensión, o fluctuación de voltaje, es una variación rápida y repetitiva en la tensión de una red eléctrica. A diferencia de un corte o un pico aislado, ocurre en ciclos cortos y puede dañar equipos o causar fallos en sistemas sensibles.
Una posible explicación: vibración atmosférica inducida
La teoría más aceptada hasta ahora es que la falla fue causada por una vibración atmosférica inducida, un fenómeno raro que ocurre cuando se transmiten oscilaciones mecánicas o electromagnéticas a la atmósfera o a las estructuras de transmisión de energía, como líneas de alta tensión y torres eléctricas.
Estas vibraciones pueden tener origen natural (vientos fuertes, rayos, terremotos) o artificial (fallos en equipos, explosiones, resonancias en la red). Cuando son intensas, comprometen la integridad de la infraestructura y pueden generar apagones generalizados, como el ocurrido este lunes.
Las autoridades portuguesas llegaron a considerar la posibilidad de un ciberataque, pero esta hipótesis fue rápidamente descartada por el presidente del Consejo Europeo, António Costa.
Según la REN, el proceso de restablecimiento de la energía ya está en marcha, realizándose de manera gradual y segura para evitar nuevas fallas.
El apagón en Portugal y España pone en evidencia la importancia de contar con redes eléctricas resilientes y bien monitoreadas. Eventos como este muestran cómo una falla interconectada puede generar impactos inmediatos y en cadena, y refuerzan la necesidad de vigilancia constante y preparación técnica ante fenómenos climáticos y estructurales inesperados.
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